Foto Luis Soto, propiedad de ElPeriodico. |
Un taxi Atos blanco cruza la esquina de la 7a. avenida y avanza por la 8a. calle. Las luces de la 6a. avenida y la iluminación de la Catedral difuminan la sensación de soledad inquietante de la zona 1. Es de noche. El carro se estaciona frente a la puerta del Megatrón. Descienden dos muchachas, Angélica y Esmeralda. Llevan unos shorts de cuadros y playeras pegadas. Cargan dos maletas de rodos con las que pareciera van a un hotel o a la casa de Big Brother. Son aspirantes al premio Miss Night Queen 2012, en el que 6 transexuales representan a Guatemala, Honduras, México, Argentina, Angola y Egipto. En realidad son guatemaltecas y hondureñas.
Angélica aguarda en el interior a que lleguen las demás compañeras, se mira en un espejo al lado de la barra y baila, aunque sin música. Tiene 19 años, el cabello corto, la mirada inocente y una sonrisa aprendida para cada circunstancia. Pide cerveza, cigarros, marihuana. Agudiza su voz y la quiebra tratando de subirla una octava para contar su vida. “Soy un chico de 19 años de Honduras. Ingresé a las calles a los 15 años. Mi mamá es homofóbica y me echó de casa. Cuando empecé a trabajar todos los días me asaltaban”, cuenta.
Las asistentes ocupan las mesas de este amplio salón, oscuro y venido a menos. Vestidos cortos y tacones exagerados. Muchachos engominados las acompañan. La representante de Guatemala es Stephany Rubí, 21 años, de Gualán, Zacapa. Mide 1.68, pesa 124 libras y sus medidas son 90-60-70. Tiene una cara tan dulce que cuesta imaginar que es un hombre. Podría ser la próxima Jenna Talackova, transexual que este año representará a Canadá en Miss Universo. Lleva un vestido celeste muy corto, unas medias negras y unos tacones de 7 dedos. Le pregunto por su cabello, brillante y con bucles. “Es una peluca, lo tengo corto porque quiero seguir estudiando. Terminé computación en Zacapa y ahora voy a empezar Derecho en la Usac”, dice.
Tres trajes, una noche
La función empezó dos horas tarde, conducida por Johanna Esmeralda, directora del Colectivo Otrans. Contaron con la presencia de tres miembros del jurado: uno de Onusida, uno de la Organización Mundial de la Salud, y un representante del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU en Guatemala.
Comienza el desfile con el traje de fantasía. La representante de Gualán carga a sus espaldas un armazón que parece un barrilete con telas típicas y máscaras pegadas atrás. Angélica se prepara en su camerino, no deja entrar a nadie hasta que se “camotee la yuca”. Su vestido, dice, está inspirado en Roatán, consiste en un tanga, un sostén y un tul blanco a modo de capa, con caracolas y estrellas de mar. Lleva una peluca rubia. “Mi traje es más sencillo”, cuenta, mientras ensalza su busto aumentado con hormonas (inyectadas y bebidas). Otra dice que se inyecta aceite.
Desde el inicio hay una clara favorita: Kendra. Representa a México, pero proviene de La Bethania, zona 7. Tiene 21 años y es la segunda de 7 hermanas. Sus padres la observan desde una mesa. “Tengo 6 mujeres y ella, gracias a Dios, es mi otra hija. Desde los 14 años nos dijo que se sentía mujer y nosotros la apoyamos”, cuenta su madre, Natividad González. Kendra, o, Mynor Alfredo García, se graduó del Liceo Guatemala.
Al desfile de fantasía le siguen el de traje de baño y el de noche. En medio, cinco actuaciones: Playbacks, bailes al estilo Broadway, pero con todo lo burdo de una noche en el Megatrón.
La una de la madrugada, y por fin seleccionan a tres finalistas: Stephany, representante de Guatemala; la de Angola (Alondra, de Honduras) y Kendra. Y las preguntas, Johanna les cuestiona acerca de la importancia de la ley de Identidad de Género o las principales violaciones a los derechos humanos. Las respuestas son tan mediocres como en otros certámenes de belleza. Finalmente, apoyada por gritos, Kendra resulta la ganadora. Para ese momento, Angélica Yasmín sale enfadada. Todas las demás se pierden, por las calles de la ciudad.
Fuente: ElPeriodico
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