El siguiente artículo fue tomado de forma integra de la publicación de El Periódico, http://www.elperiodico.com.gt/es/20150311/opinion/9728/Mujeres-trans.htm La intención es dar a conocer la opinión de medios sobre mujeres trans.
Mujeres trans
Guatemala es un lugar difícil para vivir.
ANABELLA GIRACCA
El mundo es diverso. Vasto en su gama de posibilidades. Suficiente con abrir los ojos para confirmarlo. Cada árbol hamaqueando su propia silueta, cada pez presumiendo sus propios juegos de colores. No hay dos atardeceres iguales; cada quien conserva una auténtica huella digital. Oscila el mundo en una maravillosa gama de diferencias. El tema es que no hemos logrado superar el impacto de esa infinita variedad; no hemos alcanzado a pensar este mundo y sus dinámicas desde la inevitable diversidad. Seguimos insistiendo en un falso uniforme que no ha hecho más que justificar discriminaciones y acuñar el poder en las mismas mentes, sin puertas ni ventanas. Aún hoy, se escuchan ridículos discursos decorosos, carentes de puentes, que ponen en evidencia una actitud de “superioridad moral”, que pretende poner a marchar a todos los pies al mismo paso. No falta quienes pretendan decidir qué opciones humanas son “correctas” y qué opciones humanas no lo son. Una de las mayores víctimas de este trasnochado fustigo, incapaz de pensarnos desde el respeto, es la comunidad de mujeres trans, como se autodenominan. Lanzándolas al trabajo sexual como única posibilidad de sobrevivencia, al estigma y a la discriminación.
Esta violencia social provoca recurrentes ingratitudes que orillan a grupos enteros a vivir bajo el peligro y el abandono. Su rechazo y falta de comprensión con la diversidad es, muchas veces, parte de terribles atentados contra la igualdad de derechos. Las mujeres trans son abandonadas a su suerte, son lastimadas y apedreadas sin contar con los mínimos derechos que establece nuestra Constitución. Esta visión conservadora, machista, repleta de fobias sociales no nos permite avanzar. Insiste en mantener a poblaciones “diferentes” al margen de toda justicia. Estigmatiza en manos de mentalidades medievales con licencia para agredir.
Nuevamente estamos ante el reto de la inclusión. Reproducir nuevos comportamientos en nuestra sociedad es verdaderamente urgente. Asumir una postura diferente contra el asalto de los derechos humanos es indispensable. Cambiar mentalidades. Abrir puertas y ventanas. ¡Ventilarnos! ¿Qué gana una sociedad con vapulear? ¿Qué obtiene de beneficio, sino alimentar su propio odio? Necesitamos con urgencia arrimar la ira y, a cambio, abrir espacios amigables, de dignidad. ¿Quién decide cómo es el mundo? Aunque muchos insistan en uniformarlo, la realidad es maravillosamente otra.
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